La mente
humana es sabia. Intenta olvidar lo desagradable y recordar los momentos
felices, pero también intenta poner empatía en las situaciones, para tratar de
comprender por qué la historia fue como fue y no de otra manera.
Castilla.
Esa tierra dura, que pocas veces fue capaz de quejarse y cuando lo hizo, el resultado fue tan cruel que le faltó tiempo
para volver a intentarlo. Los más duros tribunales de la Inquisición, los
cortesanos y señores feudales, tenían sometida a una tierra que aún hoy sufre
las consecuencias de aquellas decisiones.
Llaman a
Toledo la ciudad de las tres culturas, y es así porque durante siglos
convivieron gentes diferentes, distantes y de distinto credo ideológico y
religioso, y fueron capaces de hacerlo porque de la puerta de la casa de cada
uno hacia fuera, todo era orden. Un orden que supieron instaurar, sin
inmiscuirse en las conversaciones de otros. Sin dar opinión sobre las
decisiones de los otros.
Solo una vez
fue capaz de gritar pidiendo “libertad” y el resultado es de sobra conocido por
la historia: Padilla, Bravo y Maldonado fueron decapitados. El solar donde
había vivido el toledano fue quemado y rociado con sal y así se mantuvo durante
siglos en pleno centro de la ciudad imperial.
Por eso
ahora intentamos buscar una explicación sobre
las razones por las que el Trasvase Tajo Segura, se mantiene activo aún hoy, en
pleno siglo XXI. En ningún otro lugar de España existe un robo de agua de tal
calibre. En ningún otro lugar de España se cede algo de lo que se carece para
que se enriquezcan otros
La “gran
obra hidráulica del siglo XX” comenzó a gestarse a comienzos del siglo XX,
cuando Lorenzo Pardo presentó un proyecto al ministro de Fomento de la Segunda
República, el socialista Indalecio Prieto. Algo que quedó aparcado, pero que
rescató la dictadura de Primo de Rivera con la justificación de que este “género
de empresas no puede constituir una bandera política”.
En aquel
momento se calculó un traspaso de 750 hectómetros cúbicos al año, que serían
repartidos entre Murcia, Alicante y Almería.
Todo ello
quedó de nuevo paralizado por la Guerra Civil y la dictadura posterior, hasta
que en 1967 el Ministerio de Obras Públicas retoma el anteproyecto, que fue
aprobado justo un año más tarde, en 1968.
Ya antes de
ser aprobado, se habían vendido las tierras “de regadío” y se especulaba con
ellas.
En 1969 las
obras se ponen en marcha, al tiempo que se intenta determinar legislativamente
el volumen y destino del agua, en un tiempo en el que el agua era un bien “inacabable”.
Aun no se le había puesto fecha de caducidad, y por supuesto los vertidos de la
Comunidad de Madrid al río Tajo eran considerablemente menores que los
actuales.
Quienes
calcularon los datos importantes de la obra, poca idea tenían de lo que tenían
entre manos, hasta el punto de que se aprobaron en 1971 unos caudales máximos
trasvasables de 600 hectómetros cúbicos anuales para una primera fase, con la
posibilidad de ampliar esta cantidad hasta los 1.000 hectómetros cúbicos para
la segunda fase. Cifras que en estos 56 años de trasvases nunca se han
alcanzado.
De esos 600
hectómetros cúbicos iniciales propuestos se dedicarían 110 al abastecimiento de
la población. Se darían por perdidos por el camino hasta 90 y los 400 restantes
irían destinados a la agricultura.
De esta
manera la cuenca del Segura incrementó su superficie con agua que nunca había
llegado y que nunca llegará, comenzando así un déficit estructural de la cuenca
que se ha multiplicado cada vez más a pesar de la llegada del agua del
trasvase.
“Este
invento” que diría “La Montiel”, tuvo una consecuencia nefasta para la huerta
tradicional del Segura que se vio perjudicada por la pérdida de caudales, al
tener que cederlos a los nuevos regantes, con la consiguiente sobreexplotación de
los acuíferos subterráneos., agotados no solo por el regadío, sino también por
la explotación turística, las urbanizaciones, piscinas y campos de golf que
llenaron la geografía murciana y alicantina de los últimos años.
Cuando en
1956 se terminó de construir Entrepeñas con capacidad para 804 hectómetros
cúbicos y un año más tarde se terminó Buendía con capacidad para 1639
hectómetros cúbicos, los castellano-manchegos
se tuvieron que recomponer su esquema mental para dejar de dedicarse a la
agricultura, ya que sus tierras estaban anegadas por el agua de los pantanos y
vieron una salida en el sueño madrileño de lo que se llamó “El mar de Castilla”, pero sus inversiones cayeron en saco roto.
Muchos de ellos tuvieron que terminar vendiendo sus propiedades y marchando a
trabajar a la ciudad, arruinados y cansados de luchar contra el gigante “gubernamental”
de Goliat amparado en la derecha española.
Entrepeñas y
Buendía envían el agua a Bolarque (inicio del trasvase Tajo-Segura), donde se
eleva a 245 metros en un tramo de 1 kilómetros para dirigirla al embalse
regulador de Bujela.
A lo lardo
de 92,5 kilómetros el agua va a cielo abierto moviéndose por pura gravedad
durante 70 kilómetros a lo largo de 11 acueductos, 13 túneles y 33.000 litros
por segundo.
El reparto
del agua comienza, o mejor dicho, no ha parado, desde el 31 de marzo de 1979,
cuando se realizó el primer envío, bajo el Gobierno de Adolfo Suárez y siendo
ministro de Fomento Joaquín Garrigues Walker, diputado por Murcia.
El resultado
es de sobra conocido, aunque aún hay quien no lo quiere ver. El Levante español
aumentó de forma ilegal las tierras de regadío en un 40% . Un total de 57 mil
hectáreas en los últimos 30 años solo en la cuenca del Segura. Esta extensión
hoy además engrosa aún más el déficit de agua en la zona y ahonda más el daño
con la sobreexplotación de los acuíferos subterráneos.
El trasvase
Tajo-Segura solo ha servido para disparar la demanda y el mercado negro del
agua. Ha propiciado y sigue propiciando roturaciones salvajes de montes, para
incorporarlos al regadío y además contribuye de forma importante a desecar los
acuíferos subterráneos.
Ahora se puede hablar de bulos, fake, o política, pero el curioso de verdad que vaya a comprobar los datos expuestos podrá ver de forma fehaciente la verdad que hay en ellos y tendrá una opinión sobre por qué Castilla no se queja y por qué la derecha española sigue clamando para que esta tierra siga empobreciéndose a costa de que otros se enriquezcan. Nosotros no tenemos playas… pero teníamos un río que daba vida a su paisaje ¿Qué va a pasar a partir de ahora? ¿Por qué PP y Vox se empeñan en seguir defendiendo el Trasvase Tajo-Segura? Esto es algo que se debería tener en cuenta a la hora de votar en las próximas elecciones.
P. Moratilla
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