Decía Gandhi que “Lo más atroz de las
cosas malas de la gente mala, es el silencio de la gente buena”.
Hace algo más de una semana, el pasado 18 de diciembre, toda España fue
testigo del resultado de una votación en las Cortes de Castilla y León que nos
dejó boquiabiertos. El PP presentaba una terna de jueces, para cubrir una plaza
de magistrado de la Sala de lo Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia
de esta comunidad autónoma y el presidente de las Cortes castellano-leonesas,
Carlos Pollán, leía en alto el resultado de la votación: “ Votos emitidos 66.
Votos a favor 31. Queda aprobada la propuesta!.
No dio la cifra de los votos en contra, porque sabía a ciencia cierta, lo
que ocurriría después, un hecho que jurídicamente hablando tiene un nombre:
“premeditación”.
Si fueron 66 los votos emitidos y a favor fueron 31, solo hay que hacer una
resta para ver cuántos fueron los votos en contra: 35. Hasta los niños de
preescolar que votan junto a su docente quienes quieren salir al recreo y
quienes quedarse en la clase, saben el resultado de una votación. Si más de la
mitad de ellos dicen “recreo” todos saldrán al recreo, pero es que el
presidente de las Cortes de Castilla y León, quiere hacernos creer que no
sabe lo que es la democracia, a pesar de haber estudiado (según su
currículo) “trabajo social”.
La democracia es un tipo de organización del Estado en el que las
decisiones colectivas son adoptadas por el pueblo (no por un dirigente en
singular) mediante participación directa o indirecta con la legitimidad de sus
representantes.
La Real Academia de la Lengua Española es mucho más tajante: “Sistema
político en el cual la soberanía reside en el pueblo, que la ejerce
directamente o por medio de representantes”.
Es más que evidente que los castellano-leoneses dijeron NO a la terna de
jueces, por lo que lo legítimo hubiera sido presentar una nueva terna, pero el
presidente de la cámara, Carlos Pollán, tal vez pensó que eso era una pérdida
de tiempo, siguiente el precedente del “retardo” en la renovación del Consejo
General del Poder Judicial protagonizado por el Partido Popular durante años.
La propuesta del PP quedó aprobada, aunque la mayoría de los votos la
censuraba y ahora serán los tribunales quienes diriman la controversia. Una
controversia que ha dejando al desnudo la ideología de Vox y que ha
transformado en “cómplice” al Partido Popular.
Los ciudadanos seguimos boquiabiertos, viendo como una propuesta con 35 votos en contra y 31 a favor sigue estando “aprobada” por la decisión de Vox, mientras el PP responsabiliza a Pollán de la polémica, argumentando que “desde la Junta de CyL no podemos dar más valoraciones de este asunto”.
De este asunto, tal vez no, pero si nos explica qué motivó su decisión de admitir a Carlos Pollán (Vox) como presidente de la Cámara podríamos entender su silencio cómplice.
Es lamentable. Mientras en el
parlamento castellano-leonés el presidente permite que se insulte al presidente
del Gobierno, Pedro Sánchez, llamándole “golpista”, “dictador” o “represor”.
Eso sí cuando a él le llaman “profesor de ideología fascista”, se limita a
apagar el micrófono, a decir que no conste en acta y a enviar al diputado que
no piensa como él a su escaño importándole una M la representación
parlamentaria, la soberanía popular y la democracia.
Qué razón tenía Gandhi…
P.
Moratilla
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