Una de las
cosas que más me gusta de mi trabajo es la parte que dedico a la investigación.
En esta actividad aprendí lo que es encontrar una “serendipia” que la Real
Academia de la Lengua define como “Hallazgo
valioso que se produce de manera accidental o casual”.
De entre
todas las serendipias que uno se puede encontrar por el mundo las hay tristes,
amorosas, alegres, decepcionantes, pero todas ellas tienen en común el punto de
la sorpresa. Como si se tratase de un regalo de la vida. Un regalo sin precio
que nadie nunca te podrá arrebatar y que siempre será tuyo, aunque eso si
puedes compartirlo con quien te quiera escuchar. El descubrimiento de la
penicilina fue una serendipia e incluso la teoría de la relatividad.
Crearé una
sección en este blog, a la que llamaré “serendipias” para compartir con todos
mis lectores, aquellas cosas que aprendí por casualidad y que me sorprendieron
enormemente.
Comenzaré
con la primera: Augusto Pinochet, el dictador de Chile, “prohibió el libro más
conocido de la lengua castellana, del que se han impreso más de 500 millones de
ejemplares y se ha traducido a 140 idiomas, considerado la principal obra literaria
de la lengua española, fundadora de la novela contemporánea e hito de la
literatura universal. Segundo libro más veces impreso después de La Biblia.
Ese libro
es, una seña de identidad de mi tierra, Castilla-La Mancha, y se trata de “El
Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha”.
Así es, el
Quijote estuvo prohibido en Chile durante la dictadura de Pinochet, absoluto
admirador de Francisco Franco, por considerarla “un alegato en defensa de la
libertad personal y un ataque a la autoridad convencional”.
El gran
dictador que acabó con la vida de Salvador Allende, que se había mostrado
amante de sus dos escritores favoritos “Ortega y Gasset”, compraba libros de
manera compulsiva llegando a aglutinar un buen número de ellos en una gran
biblioteca. Libros que nunca leyó, solo lo hacía por “aglutinar”, porque si
hubiese leído, “otro gallo les hubiera cantado a los chilenos”, pero se dedicó
a comprar libros, con dinero público, que iba atesorando sin orden ni
concierto. Enciclopedias infantiles, entre otras cosas, que tras su muerte se vieron
obligados a inventariar, eso sí, entre ellos no apareció ni un solo ejemplar de
ninguno de los dos grandes Nobel de Chile. Ningún libro de Gabriela Mistral y
ninguno de Pablo Neruda, que también fueron prohibidos.
No solo
censuró El Quijote, además ordenó quemar más de 15 mil ejemplares del libro de
García Márquez “Las aventuras de Miguel Littin, clandestino en Chile”, así como
todos los que encontró sobre “cubismo”, porque entendía que esto era algo
relacionado con la política cubana.
El dictador
chileno al que se considera responsable de entre 1.200 y 3.200 asesinatos a
civiles. De la detención de más de 80.000 personas. Con decenas de miles de
torturados y un buen número de ejecuciones y desapariciones, murió sin que
sobre su persona se hiciera justicia.
Benedetti
dijo a su muerte “Es la muerte de un dictador que fue cruel con su pueblo. En
este caso la muerte le ganó a la Justicia”. La portavoz de Margaret Thacher
dijo estar “profundamente entristecida” por esta muerte, pero el que mejor lo
definió fue el escritor mexicano Carlos Fuentes, al que preguntado por el hecho
respondió “Es un mal día para el diablo, porque le van a quitar la presidencia
del infierno”.
Hoy todo ha
cambiado y es un auténtico placer para un castellano-manchego que un chileno
pueda leer “El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha”. Un libro para el que no basta una sola lectura,
porque cuanto más veces se lee… más se aprende para la vida.
P. Moratilla
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